Nunca antes había estado de baja por ansiedad en el trabajo, pero se me juntaron unas cuantas situaciones a la vez que no supe digerir ni gestionar, estuve aguantando y callando unas semanas pero llegó un momento en el que mi cuerpo reaccionó y tuve que parar.
En la ofi tenía todo el rato una sensación de opresión en el pecho, alguna vez me metí en el baño a llorar y desahogarme, era incapaz de comer más de 3 cucharadas de mi táper de comida, tenía dolores de cabeza por la tensión en el cuello, un nudo en la tripa y una sensación de vulnerabilidad muy grande. Me sentía desprotegida y a la vez, teniendo que sonreír y darle la buena cara al mundo y a mis clientes, teniendo que rendir en el dato de ventas que te piden y poner sonrisa telefónica cuando lo único que quería era ir al baño a vomitar.
Nunca antes había faltado al trabajo por esto pero llegó un día en el que me encontraba mal físicamente, había perdido dos kilos en muy poquitos días y estaba mareada, cansada y no podía parar de llorar. La médico me diagnosticó ansiedad, me recetó ansiolíticos para los momentos de crisis y me dijo que me iría llamando para revisarme.
Esa semana de baja pude descansar, hacer cosas que me gustan, ver a mis amigas y contarles, poco a poco fui comiendo mejor… eso sí, cuidado no subas ninguna storie a Instagram porque te pueden juzgar 😂 En plan: “Mira esta, de baja por ansiedad y yéndose a tal sitio.”
Soy Psicóloga y lo último que recomendaría a alguien con ansiedad es quedarse en su casa dándole vueltas a la cabeza. Mucho descanso, sí, pero también mucha desconexión del trabajo, salir y despejarte, planes relajantes, irte a la playa con tu amiga… aunque algunas personas no lo entiendan y te juzguen, es lo que hay que hacer.
Poco a poco, con mucho amor de mi familia, amigos y de mí misma, voy poniéndome mejor, sintiéndome más fuerte y acompañada. Poco a poco he ido comiendo mejor, descansando mejor y gestionando las situaciones en mi cabeza. He trabajado en mí, como si fuera mi propio paciente, porque los procesos mentales hay que trabajarlos y enfrentarse a ellos, no dejarlos pasar.
En el tema de la ansiedad, es muy importante observar nuestra mente: ¿qué nos decimos?
Si el diálogo interno es de constantes pensamientos de carencia, desesperanza, frustración, falta de control y preocupación… estamos dando de comer a la ansiedad.
Es crucial hablarse distinto desde el minuto 1: “Yo puedo, yo soy capaz, yo me permito descansar de esto y confiar en que todo va a ir bien.” Darle vueltas a las preocupaciones en bucle en la cabeza es el veneno, y el antídoto sería confiar y actuar.
Me gusta confiar ciegamente en que todo va a ir bien, me encanta la frase de: “si puedes solucionarlo, ¿por qué te preocupas? Y si no puedes solucionarlo, ¿por qué te preocupas?”
Usamos demasiado la preocupación, que es, además de inútil, corrosivo para el cerebro. Propongo sustituirlo por la confianza total y absoluta en la vida, o en Dios, o como tú lo llames.
La ansiedad hay que trabajarla y gestionarla. Las personas que solo dejan pasar el tiempo hasta que se pase, sin hacer ningún cambio en su mente ni en sus hábitos, volverán a repetir episodios de ansiedad o bien podría cronificarse.
Es preciso coger papel y boli y afirmar y repetir que tú eres vencedor de tus miedos y después, progresivamente, salir al mundo y demostrarlo.
Es preciso cambiar el lenguaje de la mente por uno lleno de valor, confianza y seguridad, y solo uno mismo puede hacer este trabajo, nadie más.
Espero que este post os haya hecho sentir acompañados en vuestra ansiedad y os anime a coger el toro por los cuernos y trabajarlo.
Agradezco a mis compañeros de trabajo y superiores cómo se han portado conmigo. También a mi médica y a mis seres queridos ❤️
No me agrada la idea de abrirme, me cuesta, pero siempre que lo hago pienso que es un servicio a los demás, y eso me facilita hacerlo.
Tenéis a vuestra disposición mi libro “Pienso que tienes superpoderes”, donde os cuento cómo superé mi depresión de forma definitiva y aprendí a ser feliz ❤️ Os va a ayudar mucho con estos temas a cambiar el hábito de pensamiento de la mente, espero que os guste:
Irene Vila
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Más razón que una santa. El mal no tiene la última palabra, ¡ánimo!
ResponderEliminarA mí en este tiempo me ha ayudado que "el hombre no vence por su fuerza", y "todo lo puedo en aquel que me conforta".
Un abrazo
Toda la razón! Muchas gracias Víctor!!
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