Todos tenemos una soledad.
A todos nos da respeto esa palabra: Soledad.
Dejadme decir que todos tenemos una soledad.
Todos, a lo largo de nuestra vida, o me atrevo a decir que a lo largo de la semana, podemos experimentar una soledad, la cual podemos acoger a gusto o bien rechazar.
Esta soledad nos obliga a hablar directamente con nosotros mismos, a veces nos aburre y a veces nos inspira.
A veces nos hace descansar del ruido y a veces nos pone tristes.
A veces la necesitamos y echamos de menos, otras veces la rechazamos y queremos otra cosa.
¡Pero está ahí! Y de vez en cuando, aparece.
Esta mañana he visto los Instagram stories de Paula Gonu, en los que ella aparece llorando y diciendo que solo tiene unos pocos amigos, poca vida social, y que se siente sola. Me ha sorprendido ver que ella se avergonzaba de sentir esto y se llamaba a sí misma "loca". Escucharla a ella, y tener el día de M que he tenido, me ha impulsado a escribir esta entrada.
Da vergüenza hablar de la soledad porque a veces no sabemos llevarla. Pensamos que hablar de soledad va a causar en los demás rechazo, y no es así.
Hablar de soledad no puede más que crear un lazo más entre nosotros, porque es algo que todos, absolutamente todos, tenemos en común.
Nadie se libra de sentir soledad, con o sin acompañamiento de personas.
Tenemos unos compañeros de vida que se nos han regalado: amigos, hermanos...
Y ellos nos van a acompañar en algunos momentos de la vida, pero bien es cierto que al final tú eres quien toma las decisiones, tú eres quien está solo, tú y el mundo entero vivís esta soledad en algún momento.
La soledad puede convertirse en un desierto que nos purifica, que nos prepara para algo, que nos da una lección y nos enseña que todo lo de alrededor es efímero: desde las personas hasta las cosas.
En esta soledad que a veces se torna dolorosa, como la de Paula Gonu, uno se encuentra con su yo más íntimo, con sus miserias. Y muchas veces sentimos vergüenza y la ocultamos. Pero ahí está la clave: Dios nos enseña que somos frágiles, vulnerables, idénticos a los demás. Que nos equivocamos, que todos estamos solos, que todos tenemos heridas y buscamos el afecto de los demás. Que no somos nadie para juzgar a los otros porque nosotros también somos iguales. Nos equivocamos, somos imperfectos. Todos.
Abraza esta soledad que se te ha regalado, porque en este desierto se te van a enseñar muchas cosas. Cuando la soledad pase y llegue otro momento de dejar de mirarse a uno mismo, esta soledad nos habrá marcado con una pequeña huella de humildad y de formar parte de una misma cosa que somos todos.
Esta soledad nos une a cada uno al resto de personas.
Abraza tu soledad y acéptala!
Espero que os haya parecido interesante este post, no dudéis en comentarme vuestra opinión, ¡siempre leo vuestros comentarios!
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¡Nos leemos pronto!
Irene Vila ✨